miércoles, 18 de julio de 2007

Reflexión musical (Parte 1)

1994, o sexto año básico, o 12 años de edad, no me acuerdo como pero creo que fue el disco unplugged de nirvana uno de mis primeros vínculos que forme con la música, lo tenia en cassette, me gusto mucho y cuando me empecé a interesar en el grupo por ahí alguien me dijo que su cantante Kart Cobain había dejado este mundo, me dio un poco de pena saber que el primer grupo que me gustaba ya no existía, pero cuando supe que había muerto con “las botas puestas”, en similares circunstancias que sus similares de antaño como Jim Morrison, Jimmy Hendrix, mi tristeza paso a ser una reflexión totalmente ajena a un niño de 12 o 13 años; a nadie no le gustaría ser un rock star, porque quitarse la vida y abandonar el “paraíso” donde viven. Me costo darme cuenta de que la cosa no era tan así, sino que esos tipos estaban podridos del entorno en el que se desenvolvía su vida, chatos de la industria, de falsos amigos que aparecen con la fama, del dinero fácil, una suerte de “reyes del mundo”, algo que nadie fue capaz de anticiparles, que los tomo por sorpresa totalmente, pasar de simples pelagatos a no poder ni caminar por la calle, a firmar autógrafos, asistir a toxicas fiestas donde las drogas el alcohol y el sexo fácil reinaban, un mundo totalmente ficticio creado por la industria y por agentes con una sed insaciable de dinero y de “sanguijueliar” a los artistas. Si hay que admitir que sin los manejadores y agentes, no existirían los jugosos contratos con las disqueras, las extensas giras y demases.
¿Será tan vacía la vida de estos músicos?, ¿girara solo entorno a estudios de grabación, aviones, buses? o estadios abarrotados de gente coreando lo que para ellos son himnos, pero que para el artista lo mas probable es que sean solo un momento de creatividad influenciada por grandes dosis de anfetaminas, como The Beatles, cajas y cajas de vodka barato, como Ozzy Osbourne, decenas de botellas de whisky irlandés, como Def leppard. Todos en algun momento alucinamos con algun gran tema, no se, “give it away”, de Red hot chili peppers, “Confortable numb” de pink floyd; todos tienen momentos de su vida que identifiquen con algun grupo o con algun buen tema, querámoslo o no, la música es y siempre será una parte fundamental de nuestras vidas.
Si bien nunca me considere fanático de Nirvana, no pude evitar ponerme en el lugar de los verdaderos fanáticos, esos que lloraron la muerte de Cobain, asi como los que en 1991 lloraron a Fredy Mercuri de Queen, otro valuarte del rock, desaparecido por condiciones un poco distintas. ¿Llorare yo si alguna vez muere un artista que admiro?, la verdad no lo creo, aunque tengo que admitir que no imagino este mundo sin para mi el mas grande guitarrista que alguna vez tuvo ese instrumento en sus manos, quien mas que Edward Van Halen, quien con su Peavy wolfgang demostro que la guitarra es mas que un simple instrumento.
Que pasara cuando “los dioses tatuados”, como se les ha llamado mas de alguna vez, ya no existan, que pasara cuando Red hot chili peppers anuncie que ya no volverán a sacar un disco, porque ya no se soportan o simplemente porque ya se cansaron de la vida que tienen, aunque desde otro punto de vista eso es mil veces mejor a que fallezca un miembro de la banda, aunque lo veo difícil, si kilos y kilos de drogas no los mataron en los 80’s y principios de los 90’s, lo mas probable es que los tengamos entre nuestras filas por bastante tiempo mas.
Como dijo un gran amigo del grupo Metallica, refiriéndose a la muerte de Clifford Lee Burton, bajista de metallica en una fría y nórdica noche europea (suecia); “esto no debió haber pasado, ya sabes, esto es Rock & roll, la gente no muere, solo se dedican a tocar, beber y al sexo, no a morir”; o lo que dijo Scott Ian, rythm guitar y líder de Ánthrax, en referencia a la muerte de Dimebeg Darrell, guitarrista de Pantera y Damageplan; “ que mierda le pasa a la gente, como un imbecil puede entrar a un concierto con un solo fin, matar a uno de los músicos”, da para pensar. Que pensó, el asesino de Jhon Lennon en 1982 antes de jalar el gatillo, como alguien puede matar a sangre fría a un ser humano solo por considerarlo demasiado grande como para vivir entre nosotros, ni menos a un músico que se le admira.

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